Una llanta pinchada es una de las situaciones más comunes —y frustrantes— para cualquier conductor. Puede ocurrir en cualquier momento y lugar, y muchas veces cuando menos lo esperas.
Saber cómo actuar ante este problema y, aún más importante, cómo evitarlo, puede ahorrarte tiempo, dinero y complicaciones en el camino.
Existen varias causas que pueden provocar una llanta pinchada. Las más comunes son objetos punzantes como clavos o vidrios, bordillos golpeados, baches profundos, presión incorrecta o incluso desgaste excesivo del neumático.
En muchos casos, el daño no es inmediato, sino que se manifiesta con una fuga lenta que empeora con el tiempo.
Aunque a veces la llanta se desinfla de forma repentina, en otras ocasiones el daño es más sutil.
Algunos síntomas de una llanta pinchada incluyen pérdida gradual de presión, dificultad para mantener el control del volante, ruidos anormales o un costado del coche más bajo que el otro.
Es importante revisar visualmente el estado de las llantas con frecuencia, especialmente antes de viajes largos.
Ante una llanta pinchada, lo primero es mantener la calma. Si estás conduciendo, reduce la velocidad con cuidado y busca un lugar seguro para detenerte.
Utiliza el gato, la cruceta y la llanta de repuesto si sabes cambiarla, o llama a asistencia en carretera.
Nunca sigas manejando con una llanta desinflada, ya que puedes dañar el rin o poner en riesgo la suspensión y dirección del auto.
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Depende del tipo de daño. Si el pinchazo está en la banda de rodamiento y es pequeño, muchas veces puede repararse con un parche o vulcanización.
Sin embargo, si el daño está en los costados o es demasiado profundo, lo más seguro es reemplazar la llanta.
Un técnico calificado debe inspeccionarla para determinar si es viable la reparación o si es necesario un cambio completo.
Aunque no puedes evitar completamente el riesgo, sí puedes reducirlo con algunos cuidados básicos.
Mantén las llantas con la presión adecuada, evita conducir sobre escombros o zonas con riesgo de objetos punzantes, realiza rotación de llantas periódica y reemplaza las que ya presentan desgaste.
Una buena revisión preventiva puede evitar que una llanta pinchada te tome por sorpresa.
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Una llanta pinchada puede parecer un contratiempo menor, pero si no se maneja correctamente, puede derivar en daños mayores.
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